jueves, 16 de abril de 2009

Teoría Feminista (III): "El patriarcado moderno"

En la serie de posts dedicados hasta el momento a cuestiones de teoría feminista, he intentado, en primer lugar, distinguir entre ésta -como reflexión filosófica- y feminismo -como movimiento social. Así mismo, he intentado periodizar lo que es el desarrollo de la teoría feminista haciendo hincapié, sobre todo, en las dos corrientes principales que se han ido desarrollando al respecto: feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia. Así las cosas, la entrada de hoy la voy a dedicar a un concepto clave en el desarrollo de la teoría feminista: el concepto de patriarcado.

El patriarcado, como forma de universal de poder y de subordinación de las mujeres, es un concepto central que adquiere gran importancia en la reflexión que la crítica feminista realiza a partir de los años ’70. Así, la teoría feminista intentará, en primer lugar, mostrar y evidenciar cómo multitud de prácticas y facetas de toda sociedad emanan de la estructura de poder patriarcal; estructura que se constituye en una amplia red, sutil y perfectamente trazada, que mantiene y reproduce las relaciones de dominación que en su seno se establecen.
En cualquier caso, lo que nos interesa ahora es, más bien, la génesis del patriarcado moderno y su vinculación con el contractualismo liberal. De hecho, para Carol Pateman el origen del derecho político radica, ante todo, en un contrato sexual que intenta legitimar el derecho patriarcal o sexual de dominación de los hombres sobre las mujeres. Por tanto, lo que Pateman denomina "contrato original" no es sino una reproducción del poder patriarcal bajo la forma de un contrato social edificado sobre los cimientos de un contrato paralelo de subyugación y dominación, más que de libertad; un contrato, pues, que pretende regular el acceso sexual a las mujeres por parte de los hombres, al ser ellos los únicos que lo firman. Sólo los hombres (varones) se reconocen entre ellos fraternalmente como libres e iguales mediante el contrato social; las mujeres, por su parte, ajenas a este reconocimiento, siguen subyugadas al poder patriarcal originario bajo la forma del contrato matrimonial, pues ellas mismas, sin ser consideradas sujetos del contrato, constituyen el objeto del mismo.

Cabe preguntarse cuál es la causa de esta exclusión de las mujeres del contrato original, la cual la encontramos en el recurso del estado de naturaleza. Desde este constructo, gran parte de los teóricos contractualistas (me refiero, obviamente, a los del siglo XVII -no en vano, hablo del "patriarcado moderno") consideran que las mujeres no han nacido libres ni tienen libertad natural por carecer de los atributos que ellos asumen como propios de los “individuos”, pues gran parte de estos teóricos afirman que la diferencia sexual natural es causa de diferencias sustanciales en la racionalidad. Este recurso a la diferencia sexual convertida en desigualdad y supeditación de las mujeres se refleja, por tanto, no sólo en el contrato original, sino en todas las formas de derecho pretendidamente legitimadas a partir de él, con lo que la estructura patriarcal consigue consolidarse mediante estrategias de subordinación y dominación en todas las esferas de la sociedad. Por ello, no es de extrañar que Pateman vea en todas las relaciones jurídico-legales, justificadas como réplicas del contrato original, una reproducción cada vez más compleja del sistema patriarcal.

Por otra parte, aunque la tradición liberal ha querido ver en el concepto de sociedad civil un orden social postpatriarcal, lo cierto es que el patriarcado ha sabido integrar esta nueva noción para reafirmar el derecho sexual como subordinación y dominación de las mujeres: si en un principio lo característico de la sociedad civil es la separación que ésta realiza entre dos formas diferentes de sociación (la esfera pública y la esfera privada), en último término se acaba identificando “civil” únicamente con lo público, quedando lo privado relegado a un segundo plano, e incluso obviado. Y ello se debe a la necesidad que tiene el poder patriarcal de incluir el pacto matrimonial (como forma de derecho sexual sobre la mujer) dentro de la sociedad civil. Recordemos que el concepto de “civil” se opone a “natural”, y que sólo los varones fueron quienes se reconocieron como firmantes del contrato social que les permitía salir del estado de naturaleza. Así, sólo ellos podían entrar en la categoría de lo civil, mientras que las mujeres, excluidas de dicho contrato, se mantenían en lo natural. Sin embargo, esa necesidad de incluir el matrimonio dentro del contrato originario para mantener la estructura de dominación patriarcal es la que posibilita, en última instancia, que la Mujer, “lo natural”, ajena en principio al pacto social, acabe entrando a formar parte de la sociedad civil. Ahora bien, maticemos: sólo dentro de esa esfera privada que acabará quedando relegada a un segundo plano con respecto de la esfera pública, reservada a los hombres, siendo presupuesto fundamental que “la separación patriarcal de la esfera privada/natural del reino público/civil es irrelevante para la vida política” (Pateman: El contrato sexual).
Pero en la medida en que existe un subtexto genérico en la oposición público/privado, y considerando que sólo lo público recibe, finalmente, carta política, parece demostrado que, independientemente del lugar que ocupe la mujer (dentro o fuera de lo “civil”), ésta siempre acaba subordinada y dominada por un poder patriarcal que sabe reproducirse.
Será por ello tarea del feminismo y de la teoría feminista el explicitar y desvelar las estructuras patriarcales y el proporcionar mecanismos de subversión...

miércoles, 15 de abril de 2009

Desde Alemania con amor

Pues sí... Al final, como quien no quiere la cosa, ha pasado ya mes y medio desde que publiqué la última entrada. El tiempo no corre en vano, dicen, y cuando uno está absorto en una infinidad de cosas -no todas importantes, para qué engañarnos- parece que el tiempo corre sin darnos cuenta. Y claro, las consecuencias ya se ven.
Pero bueno, hecho el propósito de enmienda, intentaré no sólo actualizar más amenudo el blog sino, también, mantenerme más informado del mundo blogosférico. De momento, la entrada de hoy la voy a dedicar sólo a contar cuestiones más o menos intrascendentes y a hacer un recorrido por mis experiencias últimas (ya, en alguna ocasión, hablé del necesario exhibicionismo impúdico, y sí, de eso se trata aquí, al fin y al cabo).

Para mantener informada a la audiencia, desde hace dos semanas y media tengo la suerte de estar en la ciudad de Münster, donde estoy llevando a cabo una -esperemos- fructífera estancia de investigación de 6 meses. Los preparativos del viaje y las innumerables cuestiones del trabajo que parecían acumularse a última hora, en una especie de complot, son, en parte, cuasa de la demora en dejarme pasar por estos lares. Pero bueno, una vez todo solventado, aquí me teneis en Alemania.
Como decía, llegué el día de uno de Abril después de un viaje que se me hizo interminable: 10 horas, por culpa de la maldita escala de 7 horas que me tuve que comer en Palma de Mallorca. Y sí, podría haber ajustado mejor los horarios (eso sí, vuelos directos desde Valencia no hay), aunque qué queréis que os diga: la cuestión pecuniaria era importante xD
Una vez ya aquí, en Münster, tenía una habitación en una Wohnheim (una especie de residencia), pero taaaaan lejos de la ciudad que me entró la depresión (y además sin posibilidad de tener acceso a Internet -una causa más para el retraso en actualizar el blog :P). Además, la gente de la residencia era demasiado antisocial. Mirad que intenté hablar con la gente, pero nada, todo el mundo muy muy independiente y a sus cosas. Así que empecé la busqueda de una WG-Zimmer (un habitación en un piso compartido). Así por lo menos los compañeros de piso no podrían huir y tendría alguien a quien taladrar xDD.
Parece mentira, pero para ser Münster una ciudad universitaria (el 60% de su población son estudiantes), lo de encontrar piso no ha estado nada fácil. Afortunadamente, el Lunes pasado dí con uno céntrico, bien situado, con gente maja y agradable y con Internet. Así que nada, por eso me tenéis por aquí otra vez. No os agobiaré contándoos cosas del trabajo, las reuniones con el profesorado del departamento de filosofía de aquí y demás cosas aburridas, así que, en lugar de eso, ya os iré contando cosas interesantes y curiosas de la ciudad.

Por lo demás, dejo ya aquí de escribir y os envío un saludo a todos. En especial a Dona Rebel.lada (haz extensible el saludo a los demás, porfa!).