Aquí os dejo una pequeña perla del poeta japonés Yamazaki Sokan (1465-1553). Se trata de un hakai no renga, tipo de composición tradicional japonesa formada por una sucesión encadenada de haikus. Sus composiciones fueron muy famosas en su época por su profundidad filosófica. Vale la pena, de hecho, detenerse en la concepción zen que se esconde tras su poema. Callo yo, para que hablen sus palabras, no sin antes disculparme por la traducción.
EL CAMINO (o de la Vida)
1-Ya sabes cuál es el destino, el final del camino. Disfruta del paisaje durante el trayecto; despreocúpate del destino.
2-Lo que importa no es el destino, sino el camino.
3-Del fin del camino, lo único que necesitas saber es que es el fin del camino.
4-Llegados al destino, ya no hay más camino conocido. Y si una vez alcanzado el fin del camino hubiera un nuevo destino al que dirigirse, ya nos preocuparíamos entonces del nuevo camino a seguir.
5-Si te preocupas por el fin del camino, cuando ya sabes de él todo cuanto hace falta saber, no atenderás a los pájaros cantores posados en los arboles saludándote al pasar.
6-Sólo podemos limitarnos a disfrutar del canto de los pájaros durante el corto período de tiempo en que nuestros pasos nos lleven cerca de sus árboles.
7-No tiene sentido intentar atrapar en una jaula a esos pequeños pájaros cantores para que nos acompañen con su canto durante el camino. Pues si así lo hiciésemos, enmudecerían de tristeza y morirían al ser privados de libertad.
8-Vale más dejar libres a estos hermosos pájaros para que amenicen con su canto a otros caminantes.
9-Caminar ensimismados en el recuerdo del canto del canario dificulta apreciar el canto del ruiseñor.
10-Caminar blasfemando por no oír a ningún pájaro cantor, impedirá sentir el susurro de la hierba mecida por el viento.
11-Sólo importa, en el camino, el árbol que ahora nos cobija con su sombra, y el pájaro que en él cante.
12-Dos pasos más adelante, el árbol dejado atrás, o el pájaro en él posado, no tienen ya importancia ni significado alguno, sino los que entonces encontremos en el camino.
13-Del camino, no importa la velocidad ni la zancada de nuestros pasos. Cuanto más rápido vayamos menos pájaros podremos oír y antes se acabará lo que realmente importa: el camino en sí.
14-No tiene sentido pararse y acampar permanentemente a la sombra de un árbol, o embaucados por el canto de un pájaro, porque no son sino un árbol más y un pájaro de tantos.
15-Allá donde un precipicio parece cortar el camino, a izquierda o derecha siempre habrá, aunque sea escondido, un puente por el que cruzar. Quizás varios.
16-Los puentes existen porque siempre ha habido alguien que ya antes recorrió el camino.
17-A veces el camino se divide. No importa cuál de las sendas seguir, pues todas llevan al mismo destino.
18-Elegir una senda u otra, cruzar un vado u otro, un puente u otro, o incluso crearlos uno mismo para uso de futuros caminantes, es decisión del corazón de cada uno.
19-Unas sendas parecen fáciles, otras dificultosas, pero en todas hay pájaros cantores; unas veces más escondidos, otras menos. Sólo hay que saber escuchar; y querer.
20-Llegados al fin del camino, no importa, sin embargo, el número de árboles o pájaros de los que hayamos disfrutado. Sólo importa el haber caminado.
2-Lo que importa no es el destino, sino el camino.
3-Del fin del camino, lo único que necesitas saber es que es el fin del camino.
4-Llegados al destino, ya no hay más camino conocido. Y si una vez alcanzado el fin del camino hubiera un nuevo destino al que dirigirse, ya nos preocuparíamos entonces del nuevo camino a seguir.
5-Si te preocupas por el fin del camino, cuando ya sabes de él todo cuanto hace falta saber, no atenderás a los pájaros cantores posados en los arboles saludándote al pasar.
6-Sólo podemos limitarnos a disfrutar del canto de los pájaros durante el corto período de tiempo en que nuestros pasos nos lleven cerca de sus árboles.
7-No tiene sentido intentar atrapar en una jaula a esos pequeños pájaros cantores para que nos acompañen con su canto durante el camino. Pues si así lo hiciésemos, enmudecerían de tristeza y morirían al ser privados de libertad.
8-Vale más dejar libres a estos hermosos pájaros para que amenicen con su canto a otros caminantes.
9-Caminar ensimismados en el recuerdo del canto del canario dificulta apreciar el canto del ruiseñor.
10-Caminar blasfemando por no oír a ningún pájaro cantor, impedirá sentir el susurro de la hierba mecida por el viento.
11-Sólo importa, en el camino, el árbol que ahora nos cobija con su sombra, y el pájaro que en él cante.
12-Dos pasos más adelante, el árbol dejado atrás, o el pájaro en él posado, no tienen ya importancia ni significado alguno, sino los que entonces encontremos en el camino.
13-Del camino, no importa la velocidad ni la zancada de nuestros pasos. Cuanto más rápido vayamos menos pájaros podremos oír y antes se acabará lo que realmente importa: el camino en sí.
14-No tiene sentido pararse y acampar permanentemente a la sombra de un árbol, o embaucados por el canto de un pájaro, porque no son sino un árbol más y un pájaro de tantos.
15-Allá donde un precipicio parece cortar el camino, a izquierda o derecha siempre habrá, aunque sea escondido, un puente por el que cruzar. Quizás varios.
16-Los puentes existen porque siempre ha habido alguien que ya antes recorrió el camino.
17-A veces el camino se divide. No importa cuál de las sendas seguir, pues todas llevan al mismo destino.
18-Elegir una senda u otra, cruzar un vado u otro, un puente u otro, o incluso crearlos uno mismo para uso de futuros caminantes, es decisión del corazón de cada uno.
19-Unas sendas parecen fáciles, otras dificultosas, pero en todas hay pájaros cantores; unas veces más escondidos, otras menos. Sólo hay que saber escuchar; y querer.
20-Llegados al fin del camino, no importa, sin embargo, el número de árboles o pájaros de los que hayamos disfrutado. Sólo importa el haber caminado.
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Fuente. Asataro Miyamori (1932): Antology of haiku ancient and modern, Tokyo, Maruzen.
Hay algo que echo de menos en la filosofía zen y que no sabría descifrar.
ResponderEliminarEs decir, queda claro el mensaje pero no queda suficientemente explícito el mensaje de como afrontar el estadío intermedio.
Yo entiendo la vida como el disfrute del camino, pero echo en falta un sentimentalismo o filosofía que afronta ese "duro" camino.
¿Qué opinas?
Saludos.
P.D: Por cierto, ya seguía tu blog. Pero es que no creo en el poder de las bayonetas. :P
Bitdrain, gracias por el comentario.
ResponderEliminarBueno, creo que la filosofía emanada del budismo en general(no sólo la Zen) es bastante útil en lo que se refiere a la "diagnosis" -por así decirlo- pero no tanto en lo "terapéutico". No en vano, no son pocos los estudiosos que, al respecto, han querido ver en el Budismo una filosofía/religión del conformismo y la resignación. Quizás sí sea cierto, como señalas, que hace falta todo un cuerpo filosófico que, más allá del "qué" nos diga el "cómo". En ese sentido, estoy totalmente de acuerdo contigo.
En cualquier caso, no deja de ser curioso que ciertos pensadores alemanes del siglo XIX que han bebido directamente no sólo del idealismo hegeliano sino también -y explícitamente- del Budismo, hayan intentado dar respuesta a ese "cómo" (con mayor o menor acierto). Me refiero, por ejemplo, a filósofos como Feuerbach, Schopenhauer o Nietzsche.
Aún así, y en mi opinión, nada mejor que volver a los clásicos y en ese sentido, quizás sea Epicuro el que más pueda decirnos al respecto...
Saludos!
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