

"LA CONCIENCIA DEL MUNDO ES MEDIATIZADA POR EL YO MEDIANTE LA CONCIENCIA DEL TÚ. ASÍ EL HOMBRE ES EL DIOS DEL HOMBRE"[...]"EL AMOR AL HOMBRE NO PUEDE SER DERIVADO, DEBE SER ORIGINAL. [...] EL AMOR DEL HOMBRE DEBE SER PRÁCTICAMENTE LA LEY PRIMERA Y SUPREMA. Homo homini deus est; ÉSTE ES EL PRIMER PRINCIPIO PRÁCTICO, ÉSTE ES EL MOMENTO CRÍTICO DE LA HISTORIA DEL MUNDO".(L. Feuerbach)
Se celebra la vida sobre la sangre germinada de los muertos...Pero una vida que es también muerte, sin ella saberlo.Una vida que es pensamiento -y ni siquiera el propio-recogido en libros que consumen las neuronas,en vez de fomentar sinapsis nuevas...Pero... ¿Acaso no es toda muerte condición para la vida nueva,que es ésta también muerte?Celebrar la vida, pues, es celebrar la muerte.!Viva la muerte - y la conciencia de ella!
"Según Fraser, ello [la separación público/privado] es una mistificación de las relaciones género-poder, que constituye el subtexto [de género] de la economía moderna y del estado; Young ve una represión de la diferencia de las mujeres y su exclusión de lo público; Benhabib critica la trivialización resultante de las aspiraciones y perspectivas morales de las mujeres [dado el dominio de una razón basada en el “otro generalizado”], mientras que Markus desvela el doble vínculo que existe entre el hogar y el trabajo y que es resultado de esta dicotomía."
Detengámonos un momento en esta cita. La primera parte parece una perogrullada: claro que el ser es uno con la comida, que todo ser corpóreo, en tanto que tal, es susceptible de ser comido. Nótese, en cualquier caso, el carácter de "ser objetivo" atribuido al sujeto (=ser convertido en alimento) en tanto que doliente, es decir, en tanto que referenciado a un sujeto que desempeña el papel del momento subjetivo en la relación dialéctica heredera del hegelianismo. A este carácter dialéctico (referencia indudable a Hegel) se refiere, pues, la segunda parte de la cita cuando relaciona los momentos subjetivo y objetivo -comer y ser comido- con el problema de la identidad del ser y del no-ser."El ser es uno con la comida; ser significa comer; lo que es, come y es comido. Comer es la forma subjetiva, activa, del ser; ser comido, la forma del ser objetiva, doliente. Pero ambas indisociables. En la comida se realiza por ello el concepto vacío del ser y se manifiesta el sinsentido de la pregunta de si ser y no-ser es idéntico, es decir, de si comer y hambre es lo mismo" (Sämtliche Werke, X, 14)
"Sólo el nutriente es la sustancia; el nutriente [es] la identidad de espíritu y naturaleza. Donde no hay materia grasa alguna, no hay carne; pero donde no hay materia grasa allí tampoco hay ningún cerebro, ningún espíritu: y la materia grasa procede sólo del nutriente. El nutriente es el spinoziano En kai Pan [=Uno y Todo], lo que todo lo abarca, la esencia de la esencia. Todo depende de la comida y la bebida. La diferencia de la esencia es sólo diferencia del nutriente" (Sämtliche Werke, X, 13-14)
"La naturaleza ha establecido que el hombre consuma cuerpos nitrogenados, pues el nitrógeno es componente esencial de la sangre; pero el ordenamiento estatal establece lo incontable en lo referente a los alimentos que carecen de esta sustancia esencial de la sangre. Un alimento tal, inhumano y antinatural, es, entre todos, la patata, la cual –tal y como ocurre entre las clases populares más pobres- es el único o incluso principal alimento [...] Por ello se dio entre nosotros la victoria de la Reacción, el ignominioso desarrollo y fin de nuestra tal llamada Revolución de Marzo, pues también entre nosotros la mayor parte del pueblo se compone de –y a través de- patatas. ¿Debemos por eso, sin embargo, desesperarnos? ¿No hay ninguna sustancia que pueda sustituir a las patatas entre las clases pobres del pueblo, que pueda imbuir a su vez al pueblo de entendimiento viril y fuerza de acción? ¡Sí! Hay un elemento tal que constituye un futuro mejor para el ciudadano, que contiene el germen de una nueva –así como también lenta y gradual-, pero, por tanto, sólida Revolución: se trata de las sustancia del guisante" (Sämtliche Werke, X, 22-23)
Vemos a su vez aquí qué importante significado tanto ético como político tiene la enseñanza de los alimentos para el pueblo. La comida llega a la sangre, la sangre al corazón y al cerebro, al pensamiento y a las formas de entendimiento. El alimento humano es el fundamento de la formación y el entendimiento humanos. ¿Queréis mejorar al pueblo? Dadle entonces, en vez de declamaciones contra el pecado, mejores comidas. El hombre es lo que come. Quien sólo degusta alimentación vegetal, es también sólo una esencia vegetativa, carece de fuerza activa (Sämtliche Werke, X, 22)
La frase: “el hombre es lo que come” (...) es la única frase de mis escrito hace tiempo “difundidos” que aún resuena en los oídos de algunas personas, pero sólo como una disonancia ofensiva al honor de la filosofía y cultura alemanas. Pero precisamente esta cacofonía, esta disonancia, me ha puesto de tan buen humor que no podía dejar de convertir este famoso juego de palabras en el tema de un único y peculiar trabajo. En este trabajo, la principal objeción de mis palabras no es otra cosa que la solución al enigma de la religión; aquí tomo en consideración todos los diferentes enigmas del espíritu humano sólo en relación a la religión, al fundamento o causa de ella misma. Así mismo, sin embargo, soy, como es sabido, un materialista tan pésimo (...) que no sé que el hombre no sólo come, sino que también bebe [Nota mía: Se trata de un juego de palabras: el hombre es, ist, lo que come, isst, y no lo que bebe, trinkt, porque esto último rompería la rima] (Sämtliche Werke, X, 41).
Sí, efectivamente, suscribo las palabras de Feuerbach: "El hombre es lo que come" (Der Mensch ist was er isst). La frase, conocida y popularizada, de hecho, se la debemos a él. Conocido es también el materialismo antropológico que define la obra y pensamiento de Ludwig Feuerbach. Ahora bien, para mi sorpresa, me he encontrado recientemente con más de un "intelectual" que pretende deducir de esta y otras máximas feuerbachianas, así como de algunas de sus úlitmas obras, cierta interpretación mecanicista de la filosofía de Feuerbach.
"¡Doctos señores!" -les pregunto yo- "¿Se han molestado Ud. en leer a Feuerbach? ¿O acaso se han limitado a elucubraciones y entelequias propias de esa filosofía y modo de pensar que tanto denostaba el propio Feuerbach?"
En primer lugar, no hay lugar, no es posible -¡soberana traición al pensamiento de Feuerbach!-querer ver en el filósofo de Brückberg contenido mecanicista alguno. Él mismo se opuso, de hecho, con fuerza y vehemencia, al mecanicismo francés del siglo XVIII. Por otro lado, tampoco el materialismo de Feuerbach es reduccionista. De hecho, Feuerbach polemizó con Friedrich Dorguth (defensor de un mecanicismo que reducía el pensamiento a meras funciones cerebrales) expresándose en los siguientes términos. Y cito:
"¿Cómo puede el hombre llegar a concebir la materia, cómo puede llamar cuerpo a su cuerpo, si él no fuese más que cuerpo? No es posible que exista el concepto de materia allí donde únicamente hay materia. Si el pensamiento fuese... una manfestación de la materia..., entnces sería imposible fijar como objeto el cuerpo, la materia, pensarla y nombrarla como materia: porque no nos diferenciaríamos de ella... La materia sólo se conoce en contraposición con el espíritu. La materia sólo existe para n ser diferente de la materia, más exactamente, para un ser que se diferencia a sí mismo de la misma, como la oscuridad sólo existe para el que ve y no para el ciego"(Gesammelte Werke, II, 140)
"No es su materialismo lo que no me agrada, sino que su falso, su impuro, su... autocontradictorio materialismo es lo que no puedo comprender... El materialismo es simplemente poder pensar la materia no como una ley, sino sólo como ser. Cuando Ud. dice: la materia piensa, siente, eso no quiere decir otra cosa que la materia es actividad, es origen, es esencia autosuficiente" (Gesammelte Werke, XVII, 346).
"La afirmación de Feuerbach: "el hombre es lo que come", tomada en sí, puede ser interpretada diversamente. Interpretación mezquina y tonta: el hombre, en cada oportunidad, es lo que materialmente come, esto es, las comidas tienen una inmediata influencia determinante sobre el modo de pensar. Recordadla afirmación de Amadeo de que si se supiese lo que un hombre ha comido antes de un discurso, por ejemplo, se estaría en mejores condiciones de interpretar el discurso mismo. Afirmación infantil y, de hecho, extraña a la ciencia positiva, puesto que el cerebro no se nutre de habas y de trufas, dado que los alimentos consiguen reconstruir las moléculas del cerebro al ser transformados en sustancias homogéneas y asimilables, que tienen la "misma naturaleza" potencial de las moléculas cerebrales. Si la referida afirmación fuese verdadera, la historia tendría su matriz determinante en la cocina y las revoluciones coincidirían con los cambios radicales en la alimentación de las masas. Lo contrario es históricamente cierto: las revoluciones y el complejo desarrollo histórico han modificado la alimentación y creado los "gustos" sucesivos en la elección de los alimentos. No es la siembra regular del trigo lo que ha hecho cesar el nomadismo, sino, al contrario, las condiciones que se oponían al nomadismo han conducido a las siembras regulares". (El materialismo histórico y la filosofía de B. Croce, Ed. Nueva visión, 1973, p. 36)
Claro está, Gramsci está anticipando, en la línea de su peculiar marxismo, una interpretación de Feuerbach que pretende conducir a esa antropología marxiana -y por lo demás, cierta- que considera al hombre como producto de las relaciones sociales. Así, sigue el propio Gramsci:
"(...) es cierto que el el hombre es lo que come en cuanto la alimentación es una de las expresiones de las relaciones sociales en su conjunto, y cada grupo social tiene su alimentación fundamental; pero al mismo tiempo puede decirse que "el hombre es su vestimenta", "el hombre es su hogar", "el hombre es su particular modo de reproducirse, es decir, su familia"; dado que la alimentación, la vestimenta, la casa, la reproducción, son elementos de la vida social en los cuales, del modo más evidente y amplio (es decir, masivo) se manifiesta el complejo de las relaciones sociales" (Gramsci, 1973:37)
"En el caso de la distinción masculino/femenino, consiste en pensar que las distinciones elementales de la Naturaleza se manifiestan en la identidad sexual, un conjunto de criterios comunes a las diversas culturas para distinguir al hombre de la mujer. El fundacionalismo biológico y la concepción de la identidad sexual como perchero constituyen un obstáculo para la auténtica comprensión de las diferencias entre las mujeres, entre los hombres y entre quienes se consideran una cosa u otra". [1]
De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,dejar atrás un sótano más negroque mi reputación —y ya es decir—,poner visillos blancosy tomar criada, renunciar a la vida de bohemio,si vienes luego tú, pelmazo,embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,zángano de colemena, inútil, cacaseno,con tus manos lavadas,a comer en mi plato y a ensuciar la casa?Te acompañan las barras de los baresúltimos de la noche, los chulos, las floristas,las calles muertas de la madrugaday los ascensores de luz amarillacuando llegas, borracho,y te paras a verte en el espejola cara destruida,con ojos todavía violentosque no quieres cerrar. Y si te increpo,te ríes, me recuerdas el pasadoy dices que envejezco.Podría recordarte que ya no tienes gracia.Que tu estilo casual y que tu desenfadoresultan truculentoscuando se tienen más de treinta años,y que tu encantadorasonrisa de muchacho soñoliento—seguro de gustar— es un resto penoso,un intento patético.Mientras que tú me miras con tus ojosde verdadero huérfano, y me llorasy me prometes ya no hacerlo.¡Si no fueses tan puta!Y si yo supiese, hace ya tiempo,que tú eres fuerte cuando yo soy débily que eres débil cuando me enfurezco...De tus regresos guardo una impresión confusade pánico, de pena y descontento,y la desesperanzay la impaciencia y el resentimientode volver a sufrir, otra vez más,la humillación imperdonablede la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,como quien va al infiernopara dormir contigo.Muriendo a cada paso de impotencia,tropezando con mueblesa tientas, cruzaremos el pisotorpemente abrazados, vacilandode alcohol y de sollozos reprimidos.¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,y la más innobleque es amarse a sí mismo!
El primero que, habiendo cercado un terreno, se le ocurrió decir: esto es mío, y encontró gentes lo bastante simples para creerlo, ése fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no habría evitado al género humano aquel que, arrancando las estacas o allanando el cerco, hubiese gritado a sus semejantes: “guardaos de escuchar a este impostor, estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra no es de nadie!”
Así, de cualquier modo que se consideren las cosas, el derecho de esclavitud es nulo, no sólo porque es ilegítimo, sino porque es absurdo y no significa nada. Las palabras “esclavitud” y “derecho” son contradictorias y se excluyen mutuamente. El siguiente discurso será siempre igual de insensato, sea dirigido por un hombre a otro, o por un hombre a un pueblo: “Hago contigo un convenio en perjuicio tuyo y en beneficio mío, que respetaré mientras me plazca y que tú acatarás mientras me parezca bien.”
Hay que distinguir claramente la libertad natural, que no tiene más límites que las fuerzas del individuo, de la libertad civil, que está limitada por la voluntad general, así como la posesión, que no es más que el efecto de la fuerza o el derecho del primer ocupante, de la propiedad, que no puede fundamentarse más que en un título positivo […], el trabajo y el cultivo, único signo de propiedad que, a falta de títulos jurídicos, debe ser respetado por los demás.
En efecto, conceder a la necesidad y al trabajo el derecho de primer ocupante, ¿no es otorgarle la amplitud máxima que puede tener? ¿Es factible no poner límites a este derecho? ¿Será suficiente con poner los pies en un terreno común para pretender convertirse en su dueño?
El acto positivo que hace a un hombre propietario de algún bien le excluye de los restantes. Establecida su parte, debe contentarse con ella, y no tiene ya ningún derecho sobre los bienes comunes.
El derecho que tiene cada particular sobre su bien está siempre subordinado al derecho que tiene la comunidad sobre todos, sin lo cual no habría ni solidez en el vínculo social ni fuerza real en el ejercicio de la soberanía.
"No quieras ser filósofo diferenciándote del hombre, no seas nada más que un hombre que piensa; no pienses como pensador, es decir, en una facultad arrancada de la totalidad de la esencia real del hombre y aislada para sí; piensa como ser viviente y real, como quien está expuesto a las olas vitalizantes y refrescantes del mundo; piensa dentro de la existencia, dentro del mundo como un miembro del mimo, no en el vacío de la abstracción, como una mónada singularizada, como un monarca absoluto, como un Dios impasible y extramundano –y entonces podrás estar seguro de que tus pensamientos son unidad de pensar y ser."
Necesita tener el Flash Player
¿Existe pues un mundo
cuyo destino regento con absoluta soberanía?
¿Un tiempo que retengo con cadenas de signos?
¿Un vivir que no cesa si ese no es mi deseo?
Alegría de escribir.
Poder de eternizar.
Venganza de una mano mortal.
EN LA TORRE DE BABEL
¿Qué hora es? -Sí, soy feliz,
sólo me falta un cascabel en el cuello